Los casos de segregación y discriminación en el ámbito educativo son especialmente hirientes por la indefensión de sus víctimas primeras y directas. Un gran problema es que no se trata de asuntos aislados sino, por desgracia, demasiado frecuentes en la sangrienta piel de toro.
No importa que las leyes amparen a los débiles. No importan ni la Constitución, ni convenios internacionales aprobados y ratificados por España (ver Convención de los derechos de las personas con discapacidad, de los derechos del niño), ni la Ley Orgánica de Educación. No importa que diferentes juzgados del país den la razón a niños agraviados.
Con todo, las distintas comunidades autónomas continúan machacando día tras día a pequeñas personas con necesidades educativas especiales, porque les resulta más fácil ser excluyentes que inclusivas. Excusas tienen todas, o se las inventan sabedoras de que muy poca gente se va a enfrentar contra ellas por la vía judicial. Las personas con diversidad funcional les salimos muy baratas. Sin excusas también hacen valer su poder en el cortijo de turno amedrentando con su maquinaria a quien levante la voz.
Hay centenares de casos repartidos por diferentes rincones españoles. Pero un sólo acto de discriminación bastaría para indignarse. Para muestra dos botones:
En Ciudad Real los padres de Jesús se niegan a que institucionalicen al crío en un 'centro de educación especial' viendo que se avecina una borrasca llamada residencia. El presidente Barreda no se entera, ni pone mucho empeño por hacerlo, por tanto no contesta, aunque quizás está demasiado ruborizado para hacerlo. Más probable es que pase de ese estorbo. Es inepto, o canalla para ostentar el cargo de presidente de Castilla La Mancha. Más vale que sea un inepto.
La Junta de Extremadura ningunea a Silvia desde hace años. Se han confabulado contra ella y sus padres compañeros y profesores del colegio que finalmente ha abandonado, varios consejeros, el presidente Fernández Vara, la Fiscalía de Menores y todo bicho viviente. No sólo han humillado a esta nena, también acusan al padre de desescolarizarla del sistema que le animaba a precipitarse al vacío, y de maltrato familiar. Las víctimas, por arte de birli-birloque se convierten en verdugos. Es magia para llorar. Aquí se juntan los canallas hasta estorbarse.
Y así muchos más. Por trivialidades como estas, se juntan y van al congreso cinco mujeres. Les deseo suerte aunque no la necesitan. En el menú del día pone 'diputado con patatas'. Que no se les indigesten.
martes, 16 de febrero de 2010
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