Tweet El Cea: Superacción trompetera

miércoles, 17 de marzo de 2010

Superacción trompetera

Superación a toque de trompeta
Rafael Calderón será el primer español con Síndrome de Down en obtener el grado profesional de música
17.03.10 - 02:06 -
REGINA SOTORRÍO rsotorrio@diariosur .es | MÁLAGA.
Sacado de www.sur.es
QUÉ OPINAN DE RAFAEL
MANUEL ARAGÚ, BANDA MIRAFLORES-GIBRALJA IRE
«Hemos aprendido con él una lección extraordinaria; nos ha dado cariño y alegrías»
JOSÉ ANTONIO ARAGÓN, PROFESOR DEL CONSERVATORIO
«Tiene constancia en el trabajo y ganas de aprender, aunque le lleve más tiempo que a otros»
NURIA ARAGÚ, PROFESORA DEL CONSERVATORIO
«Sus habilidades sociales son admirables, tiene amigos por todos lados y se ha ganado su respeto»
IGNACIO CALDERÓN, PEDAGOGO Y HERMANO DE RAFAEL
«En la música ha encontrado una especie de refugio, un medio de expresión»
Tartamudea al hablar, pero con la trompeta no hay pausas. Es un medio de expresión que domina, en el que se le nota cómodo y con el que se siente uno más. Sin barreras ni límites. En la música da igual que sus rasgos físicos le delaten como una persona con Síndrome de Down. Lo único que vale es que suene bien. Y lo hace. «Al Síndrome de Down no le doy más importancia. Unos aprenden más rápido, y otros más despacio; pero se consigue igual poco a poco», asegura Rafael Calderón, que en junio se convertirá en la primera persona en España con este trastorno genético en concluir el grado profesional de música. Sólo le queda una asignatura y sus profesores dan por hecho que la superará. Está preparado. La clave: «Esfuerzo y valentía».
Dice una y otra vez que la música es su vida. «Me persigue, y yo a ella», afirma. De pequeño escuchaba tocar junto a su casa a la Banda Juvenil Miraflores-Gibralja ire, veía a los niños con su instrumento a cuestas. y él quería estar allí. Lo consiguió. Pero todos sus compañeros cursaban los estudios oficiales de música, y él no podía ser menos. «Para mí no hay barreras», defiende Rafa, de 25 años.
No fue fácil. La familia tuvo que recurrir al Defensor del Pueblo para solicitar su ingreso en los estudios elementales porque superaba la edad reglamentaria. Un obstáculo más que resolvió con éxito. De eso hace ya 12 años, el tiempo que lleva formándose en el Conservatorio Manuel Carra de Málaga. Un periodo en el que ha sacado adelante el colegio primero y el instituto después, compaginándolos con las clases particulares, el conservatorio y la banda de música. «A veces estaba agobiado, pero con paciencia se consigue», cuenta.
Valores y simpatía
Paciencia, «constancia y ganas de aprender», remarca José Antonio Aragón, profesor de Trompeta y tutor de Rafael, que buscó estrategias metodológicas para llegar al joven y sacar el máximo partido de su capacidad musical. Esos valores y su simpatía le han valido «el respeto» de todos en el Conservatorio, como apunta la profesora Nuria Aragú. «Sus habilidades sociales son admirables, tiene amigos por todos lados», añade.
Cada vez que tiene la oportunidad agradece el apoyo que recibe de los que le rodean. Por eso, no está dispuesto a que pase esta conversación sin interpretar el himno del Colegio Gibraljaire, cuya banda le dio su primera trompeta. «En Miraflores-Gibralja ire ha conocido la amistad y el compañerismo; allí se le ha tratado como a otro cualquiera», apunta el subdirector de la agrupación, Manuel Aragú. A cambio, «con él hemos aprendido una lección extraordinaria: no se puede despreciar a nadie. Nos ha dado cariño y alegrías».
A la familia tiene una manera especial de darle las gracias: «Nos reúne a todos y nos ofrece un concierto», cuenta Ignacio Calderón, uno de sus nueve hermanos y pedagogo de la Universidad de Málaga, que realiza una investigación sobre Rafael. Juntos hacen un tándem perfecto: se entienden con la mirada. «En la música ha encontrado un sitio en el que es correspondido, una especie de refugio», reflexiona.
Rafa sabe lo que es enfrentarse a pruebas complicadas, y ahora le esperan nuevos retos. El más próximo, la audición de mañana para entrar en la Banda Municipal de Música de Málaga. El siguiente, aprobar las pruebas de acceso al grado superior. No le quita el sueño. «Si no lo logro este año, las haré de nuevo el año que viene... Nunca hay que tirar la toalla».

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