Un amigo me dijo que escribir aquí sería una buena terapia. Yo pensé, lógico, que nunca he sido muy hablador. No he hecho ningún gran viaje que desee contar y, lo que a mí me puede parecer digno, a otros les puede aburrir.
Mi larga travesía a ninguna parte empezó hace ya más de dos años y medio. Nunca olvidaré ese día. Mentira. De ese día lo único que recuerdo, y no sé si recuerdo bien, es que yo estaba tumbado en la cama con mi insoportable dolor de cabeza y, mientras mi señora hablaba por teléfono con nuestro cuñado, yo le gritaba que llamara a Isi que, además de medico, es amigo mío desde que teníamos 3 ó 4 años. Iluso, como si por el mero hecho de venir el malestar fuera a desaparecer. Lo siguiente que recuerdo es que vinieron unos de la cofradía a visitarme al hospital. Resulta que había tenido un derrame cerebral y que me había pasado los últimos 8 meses en coma. Hubieron de pasar otros 5 meses hasta que me fui con mis bártulos a otra parte, o sea, que me llevaron mis padres a casa. Si digo que lo he pasado bien este tiempo miento, pero si digo que esto ha sido una travesía en el desierto también miento, porque nunca me han dejado solo ni mis amigos ni mi familia. Qué agobio, ¿no?
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